

Seis de las siete universidades argentinas incluidas en el ranking Global 2000 del Center for World University Rankings (CWUR) descendieron posiciones este año. Solo la Universidad Nacional de Córdoba mejoró su ubicación respecto a 2024. La caída fue atribuida al deterioro del desempeño en investigación, una consecuencia directa de los recortes en ciencia y técnica.
La Universidad de Buenos Aires, mejor posicionada a nivel nacional, bajó 19 lugares y quedó en el puesto 409. Le siguen la Universidad Nacional de La Plata (752), Rosario (1576), Litoral (1693), Cuyo (1793) y Mar del Plata (1841), todas en retroceso. La UNC logró escalar hasta el puesto 819, siendo la única que avanzó.
El CWUR evalúa más de 20.000 instituciones a través de indicadores como calidad educativa, empleabilidad, cuerpo docente e investigación. Este último, que representa el 40% del puntaje total, fue el factor más afectado en las universidades argentinas. La caída está directamente vinculada con el debilitamiento del sistema científico.
“Sin financiamiento estratégico, Argentina corre el riesgo de quedar rezagada en el panorama académico global”, advirtió Nadim Mahassen, presidente del CWUR. A nivel mundial, el ranking sigue liderado por Harvard, el MIT y Stanford, aunque China superó por primera vez a Estados Unidos en cantidad total de universidades incluidas. El dato refleja un cambio de tendencia global en materia de inversión educativa.
En Argentina, investigadores y docentes alertan que el sistema científico se encuentra virtualmente paralizado. Pablo Evelson, decano de Farmacia en la UBA, explicó que el recorte afecta a becarios, docentes e institutos que dependen del Conicet. La situación impacta especialmente en jóvenes investigadores sin ingresos suficientes para subsistir.
El retraso en los pagos de subsidios PICT y la inacción de la Agencia I+D+i son señalados como causas centrales de la crisis. Los ingresos a la carrera de investigador están congelados y los programas de repatriación de científicos fueron desmantelados. También se suspendieron contratos con editoriales científicas, bloqueando el acceso a publicaciones internacionales.