

La discusión de regulaciones relacionadas con la seguridad del paciente abre interrogantes a lo que vendrá. El estado actual muestra que se trata de una disciplina liderada y gestionada por profesionales de la salud con un alto compromiso y conocimientos en la materia. Al mismo tiempo se observa una dispersión de estrategias y herramientas, con un concepto transversal: la atención centrada en el paciente.
El presente artículo no pretende abrir una discusión sobre cuestiones médicas particulares, sino aportar una visión holística sobre el problema de los riesgos y la seguridad en el campo de la salud. La eficiencia y sostenibilidad de las acciones para la seguridad del paciente deben ser diseñadas con una visión de sistemas sociotécnicos complejos. La salud no es ajena –en términos de gestión de riesgos– a las características de otros sistemas ultra seguros como la industria aeroespacial, la petroquímica, la farmacéutica, la nuclear, entre otras.
Esas actividades tienen un norte en común: entienden que el error es inevitable, que predecir el comportamiento de los individuos solo es factible en términos de probabilidad (Daniellud, Simard, 2016) y que los problemas de seguridad encuentran su origen real lejos en el tiempo y el espacio donde se materializan las incidencias visibles para la sociedad.
En la actualidad, tanto la ciencia como la industria reconocen que cada evento donde se degradaron las condiciones de seguridad es una oportunidad de mejora. Las lecciones que pueden obtenerse de los infortunios son un complemento –o más bien la fase reactiva de los sistemas– al resto de los procesos de gestión de riesgos. Un suceso no capturado es una potencial oportunidad perdida de los márgenes de seguridad de diseño de cada área de trabajo.
Investigar hechos pasados en el campo de la salud debería requerir un enfoque interdisciplinario que combine métodos cualitativos y cuantitativos, junto con la rigurosidad de las ciencias médicas apuntaladas por las ciencias y habilidades blandas. La historia reciente marca que el pensamiento determinista y el tecnicismo fueron las herramientas a las que se apeló. Sin embargo, la comprensión de la interconexión de variables presentes en un sistema sociotécnico complejo en la actualidad requiere más que un estudio técnico del problema.
El concepto de determinismo aplicado a los criterios aquí expuestos tiene que ver con conocer los orígenes de los hechos y, a través de su análisis, comprender sus causas. Sin embargo, la indeterminación, el acoplamiento de variables y la falta de proporcionalidad entre estímulos y reacciones propicia el cuestionamiento de esta concepción científica tradicionalista.
Las estrategias para abordar este problema siempre promovieron la mejora en la eficiencia y en las condiciones de seguridad. En este sentido, el objetivo del estudio de los factores humanos debería perseguir la resiliencia, la capacidad adaptativa a los entornos de alta exigencia y la calidad de convivencia en el sistema. Para lograr esta finalidad es necesario contextualizar las tareas que desempeña un individuo en su puesto de trabajo, independientemente de su especificidad.
Desde las actividades médicas específicas hasta la rutina laboral, todo el sistema se mantiene en un constante dinamismo. Las variables medidas y mitigadas en un determinado tiempo y espacio pueden quedar obsoletas en cuestión de segundos, ante el acoplamiento de otras tantas presentes en el mismo contexto.
La visión general trata al error como una consecuencia de la triada basada en deficiencias de conocimientos, habilidades y omisiones de ejecución. Esta concepción contrapuesta a un sistema lineal o simple podría ser una explicación lógica. Sin embargo, el comportamiento humano no es previsible en términos absolutos, aunque sí puede ser predecible en términos probabilísticos (Daniellou, 2015). En ese sentido, el estudio de las desviaciones procedimentales pasa a ser una actividad proactiva organizacional que requiere una masa crítica de datos para poder analizarse de modo cualitativo y cuantitativo.
El cambio cultural que requiere la incorporación y normalización de los conceptos mencionados es parte de un proceso transformador. Esto requiere voluntad política de las instituciones, acuerdos profesionales, capacitación por fuera de las ciencias de la salud, la adopción de modelos comunes y, por sobre todo, vencer la relación resistencia versus resiliencia.
Quizás, los desafíos venideros se centren en generar la confianza necesaria para dinamizar programas de reportes voluntarios, vencer la cultura del encubrimiento y promover un trabajo interdisciplinario entre salud y demás ramas de la ciencia.
Referencias y bibliografía
Sobre el Autor: Augusto J. De Santis, Director Curso Gestión de Riesgos en salud, herramientas y aprendizajes de las industrias ultra seguras de la Universidad Isalud. Responsable de investigación. Investigador y analista por la Escuela de Ingeniería de Vieterbi, Universidad de Southern California.
*Más información acerca del curso en: https://www.isalud.edu.ar/capacitacion-virtual/gestion-riesgos-salud-herramientas-aprendizajes-industrias-ultra-seguras