Universidades Públicas | 11 nov 2024
Universidad de Buenos Aires
Prestigioso premio internacional para investigador de la UBA
El profesor e investigador Miguel Walsh fue galardonado con el Premio Salem, una de las distinciones más importantes de las matemáticas. Es la primera vez que lo gana un sudamericano.
La Universidad de Buenos Aires se destaca nuevamente gracias a los grandes matemáticos que estudian, enseñan e investigan en sus claustros. Miguel Walsh, profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, recibió uno de los más prestigiosos galardones mundiales que un matemático puede recibir: el Premio Salem. Es el primer sudamericano en recibirlo.
“Tener la posibilidad de investigar en mi país tiene un valor especial”, destacó Walsh. “Si bien he recibido ofertas muy generosas de las principales universidades del mundo, decidí volver y seguir mi trabajo acá. Una gran ventaja de lo que yo hago es que no necesita de grandes inversiones, pero, si bien afuera podría recibir un salario muy superior, no lo cambiaría”.
El Premio Salem es entregado cada año por el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (IAS), Estados Unidos, a investigadores jóvenes que hayan realizado contribuciones destacadas en el área del análisis matemático. El IAS es una de las instituciones más prestigiosas en matemáticas, uno de sus profesores fundadores fue nada menos que Albert Einstein. Incluso muchos de los ganadores de este galardón terminaron recibiendo el Premio Abel, que es considerado el Nobel de las matemáticas.
Miguel Walsh, de 37 años, es profesor titular del Departamento de Matemáticas de Exactas UBA, y también es investigador principal en el instituto IMAS UBA-CONICET. Hoy en día es uno de los matemáticos más destacados del mundo, habiendo recibido numerosos premios a lo largo de su carrera.
Se doctoró en matemáticas con apenas 24 años en la UBA, en un trabajo tan importante que le permitió ganar la prestigiosa beca Clay Research del Instituto Clay de Matemáticas. Esta beca lo llevó por las mejores universidades del mundo, como Oxford, en Gran Bretaña, o Berkeley, Princeton y UCLA, en Estados Unidos. Pero por más que le ofrecieron sueldos suculentos, decidió volver a la Argentina.
La matemática tiene impacto en la vida diaria de cada persona. Es el corazón de lo que se conoce como ciencia básica, que es el área de la ciencia que busca conocer nuestro mundo. Permiten resolver todo tipo de problemas, desde los relacionados con la economía, a los de la computación, pasando incluso por la salud pública.
“La mayor contribución de la investigación en matemática pura es que permite ir cambiando la forma de pensar”, explicó Walsh. “A veces no es tan importante el problema que uno resuelve, sino que su solución permite avanzar con nuevas ideas y conceptos en la resolución de otros problemas. Es decir, va haciendo mucho más eficiente la capacidad humana de resolver problemas en todas las áreas”.
“Yo paso mucho tiempo simplemente leyendo y pensando. Casi todo pasa dentro de la cabeza. Es fácil encontrar a un matemático caminando dando vueltas en círculo”, contó Walsh entre risas. “Yo camino mucho, pensando, dejando flotar cosas, dándole vueltas. El proceso de encontrar explicaciones, nuevas ideas, conceptos nos lleva a nuevas formas de pensar, que eso permite resolver problemas”.
A los 26 años ya había recibido el Premio MCA (2013) que distingue la labor científica de los matemáticos más destacados del continente menores de cuarenta años. También recibió en 2014 el Premio Ramanujan ICTP otorgado por la Unión Matemática Internacional y el Centro Internacional de Física Teórica. Fue el ganador más joven en la historia de ambos premios.
Este año aparte del Salem, también recibió el premio IMSA del Instituto de Ciencias Matemáticas de América, en Miami, y el Premio UMALCA de la Unión Matemática de América Latina y el Caribe que distingue a personas que hayan realizado trabajos en matemáticas de excepcional calidad.
Buscando problemas para resolver
“Matemática era la materia que menos me gustaba en la escuela”, contó Walsh. “Pero cuando tenía que decidir qué estudiar en la universidad, me puse a buscar en internet, y llegué a los grandes problemas sin resolver que existen. Y encontré uno de matemática que lo podía entender cualquiera, pero nadie lo había podido resolver. Yo dije, esto lo entiendo, si lo puedo resolver, me hago famoso”
“Ahí descubrí lo hermoso de la matemática, que no es hacer cuentas, como uno ve en el colegio, sino pensar problemas. Usar la imaginación, inventar nuevas formas de pensar, para poder resolver problemas”, relató Walsh.
Así empezó a leer, a investigar, y a resolver problemas casi desde el inicio de sus estudios. Por eso para cuando llegó la licenciatura ya venía trabajando en el tema de su tesis desde los inicios.
“Una cosa que la matemática tiene de fascinante es que todo está vinculado con todo, a la larga. Uno empieza en un lado, y puede terminar en cualquier otro lado. Casi como que todas las distintas partes de la matemática, que son un montón, son en ciertos grado distintos aspectos de la misma cosa”, explicó Walsh.
“En mi doctorado, por ejemplo, trabajé en un tema que es teoría ergódica, que es cómo evolucionan los sistemas con el tiempo. Cuando originalmente los problemas que me interesaban eran la teoría de números. preguntas sobre qué ecuaciones se pueden resolver, cuáles no, y ese tipo de cosas”, aclaró.
“Un tema que tiene relación con el premio Salem, es en el que estoy trabajando, y que el año pasado obtuve buenos resultados”, contó Walsh. “Es algo que se conoce como la sucesión de Liouville. Es una sucesión de números que siguen de forma infinita, que cuando la explico podría parecer una simple curiosidad. Pero resulta que es absolutamente fundamental en matemática. Si uno pudiera entenderla, ayudaría a su vez a dar respuestas para uno de los problemas más famosos de las matemáticas que es la Hipótesis de Riemann”.
“Lo que resulta tan interesante de este problema, y que lo hace tan famoso, es que está relacionado con casi todos los problemas de las matemáticas. Pareciese que miles de preguntas distintas, que no tienen nada que ver una con la otra, todas tienen la misma explicación. La cual se esconde justamente detrás de entender cómo funciona la secuencia de Liouville en la que estoy trabajando”.
“Así es que si logramos desarrollar herramientas para entender esta secuencia, nos van a permitir encarar de manera distinta un abismo de problemas en todas partes de las matemáticas. Para hacerlo vamos a necesitar desarrollar nuevas maneras de pensar, nuevos conceptos, ideas, que nos van a permitir descifrar un secreto muy grande que está escondido detrás de esa secuencia”, concluyó Walsh.