jueves 17 de abril de 2025 - Edición Nº2325

Universidades Privadas | 13 oct 2024

Universidad Católica Argentina

Por qué vale la pena ser Psicólogo

María de la Paz Grebe Noguera, decana de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad Católica Argentina.


Cada 13 de octubre se celebra en Argentina el Día del Psicólogo en conmemoración del primer Encuentro Nacional de Psicólogos promovido por profesionales y estudiantes de Psicología en la provincia de Córdoba. Más allá del origen de la celebración, es una buena oportunidad para reflexionar sobre el valor de esta profesión en el desarrollo y bienestar de las personas y de nuestra sociedad.

Actualmente, se estima que, en el país hay unos 90.000 licenciados en Psicología y más de 50 instituciones de educación superior que dictan esta carrera, según SPU. Así, Argentina es uno de los países que posee el mayor número de profesionales por habitante, los cuales ocupan muy variados entornos laborales (hospitales, consultorios, escuelas, empresas, centros comunitarios, de rehabilitación, docencia e investigación, servicios judiciales, centros deportivos, entre otros), trabajan interdisciplinariamente con otros profesionales de la salud y crecientemente con referentes de economía, ingeniería, marketing y abogacía. Cada uno de estos ámbitos requiere de una mirada integral de la persona en conjunto con competencias y habilidades, lo que refleja la amplitud, profundidad y versatilidad de la disciplina. Por otra parte, existen evidencias de las complejas problemáticas que afectan en la actualidad en todas las áreas y etapas de la vida de las personas. En este contexto y ante esta realidad que nos interpela, es que nos preguntamos por qué vale la pena ser psicólogo.

En primer lugar, hay diferentes razones para ser psicólogo. Cuando escuchamos a los jóvenes que ingresan a estudiar esta carrera refieren motivos amplios y variados en su elección. Algunos vienen movidos por el interés por ayudar a otros, también buscando comprender cómo funciona la mente, e incluso señalan que quieren aprender a conocerse más a ellos mismos. Es decir, la vocación o el llamado a ser psicólogo es un proceso de descubrimiento o toma de conciencia que se da a lo largo del tiempo y no siempre está presente al inicio de la carrera. Lo que sí es importante es comprender que se trata de una profesión que siempre implica estar dispuesto y preparado para el vínculo con el otro, y esta es la clave sin importar si se desenvuelven en la clínica, en el consultorio, en el ámbito educacional, laboral, comunitario, forense entre muchos otros. Ser psicólogo implica reconocer y atender al sufrimiento y a la vulnerabilidad en todas sus facetas, es decir, ser capaz de conectarse con lo más profundo, propio y sagrado de cada persona, es poder ver lo invisible, escuchar lo inaudible, comprender el valor de lo singular y de cómo en cada individuo se integran de un modo único la dimensión biológica, psicológica, social y espiritual.

Esta no es una profesión más, quien acude a nosotros lo hace aquejado por el dolor, soledad, infelicidad, vienen buscando ayuda, respuesta a sus interrogantes y porque quieren darles un sentido a sus dificultades. Es una profesión exigente, en donde el instrumento somos cada uno de nosotros, por ello es necesario conocerse, prepararse, estudiar, investigar y formarse de un modo integral en la disciplina. Nos debemos a otros que esperan encontrarse con nuestra mejor versión posible. Esto exige responsabilidad, integridad, ética y profesionalismo a toda prueba. En ocasiones y posiblemente no tan seguido como anhelamos, muchas veces luego de un arduo trabajo somos testigos de cómo un paciente ha superado un conflicto, se siente en armonía consigo mismo y con su familia, cómo en una empresa las personas son valoradas o un joven reorienta su camino hacia la adultez y madurez.

En otras palabras, podemos ser testigos de cómo la vida de una persona, grupo, comunidad se puede ir colmado de significados, descubriendo que pueden confiar en sus propios recursos y potencialidades, que el mundo que los rodea puede ser transformado y recreado dejando huellas y logran construir un proyecto que los mueve e inspira hacia un futuro humanamente mejor. Por todo esto y mucho más, vale la pena ser psicólogo.

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