jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº1940

Universidades Privadas | 9 mar 2023

Universidad Maza

Hígado graso: ¿de qué se trata esta problemática que sigue aumentando?

Especialistas de la Universidad Maza abordan sus causas, efectos y posible tratamiento. Conocé más en la siguiente nota.


El hígado graso no alcohólico es la enfermedad hepática más frecuente en todo el mundo, afectando alrededor del 24-25% de la población. Se observa su prevalencia en todos los continentes, pero uno de los mayores porcentajes está en América del Sur, con el 31%. Hoy abordamos sus causas, efectos y posible tratamiento.

Uno de cada tres argentinos padecería la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA) debido a factores genéticos y ambientales como la dieta, el ejercicio e, incluso, el consumo de alcohol. Otras motivos influyentes podrían ser la prevalencia de síndrome metabólico y la diabetes mellitus tipo 2 y el acceso a asistencia sanitaria.

Para tratar este tema dialogamos con la Lic. en Nutrición, Paola Andrenacci (M.N. 3587), quien destaca que “alrededor de 8 de cada 10 personas que conviven con obesidad y 7 de cada 10 personas que conviven con diabetes tipo 2 tienen EHGNA. El riesgo de desarrollar EHNA es de 2 a 3 veces mayor en personas que conviven con obesidad y/o diabetes tipo 2”.

¿Cómo es nuestro hígado y que función cumple en nuestro cuerpo?

El hígado es la víscera más voluminosa de nuestro organismo, además de ser uno de los órganos más importantes. Se sitúa en la parte superior derecha de la cavidad abdominal y su peso en una persona adulta suele ser aproximarse a 1,5kg.

Lleva adelante más de 150 funciones, muchas de las cuales se encuentran relacionas con la nutrición como, por ejemplo:

● producción de proteínas (por ejemplo: la albúmina), el colesterol y los ácidos biliares;
● regulación de los niveles de azúcar en sangre;
● almacenamiento de algunos micronutrientes, como vitaminas y minerales.

¿Qué ocurre cuando aparece esta patología?

Los tejidos del hígado cambian su composición, empezando a acumularse grasas en ellos (lo que se denomina esteatosis simple). Si este estado continúa puede manifestarse una esteatohepatitis, donde también aparece inflamación y algunas fibrosis, que serían como cicatrices que endurecen el tejido. En casos más graves se puede llegar a la cirrosis (grado máximo de fibrosis) y, en contadas ocasiones, a carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado).

En este proceso parecen jugar un rol determinante el incremento en la concentración de ácidos grasos libres (AGL), que deriva en una lipotoxicidad y la resistencia a la insulina.

Estudios y tratamiento

Uno de los problemas de esta enfermedad es que es asintomática. “Cuando exista sospecha de la enfermedad por factores de riesgos metabólicos o en los que se haya detectado incidentalmente un hígado graso mediante pruebas de imagen en ausencia de otras causas de que puedan generar hígado graso, se debe someter al paciente a una evaluación primaria del riesgo” explica Andrenacci.

A estas personas se les realizan estudios, exploración física, pruebas sanguíneas no invasivas y exámenes radiológicos o ultrasonido hepático. Un aspecto importante en el establecimiento del diagnóstico de HGNA es poder distinguirlo de la enfermedad alcohólica.

La especialista subraya que “si bien en la actualidad existen fármacos en estudio, aún no se encuentra ninguno aprobado, más allá de tratar las comorbilidades que puedan presentar la personas (diabetes, hipertensión arterial, dislipemia, entre otras) por lo que, generar cambios en el estilo de vida es el tratamiento de primera línea”. Estos últimos incluyen aspectos como:

1- Mantener un peso saludable: la pérdida de peso del 3 - 5% en aquellas personas que conviven con sobrepeso u obesidad ha mostrado mejoras en la disminución de la grasa hepática y una pérdida del 10% del peso impacta en la disminución de los grados de fibrosis.

2- Mejorar la calidad de la alimentación: la dieta mediterránea es la más recomendada, aunque muchas veces no puede aplicarse debido a distintos motivos. En ese caso pueden adoptarse patrones alimentarios saludables similares, que han demostrado beneficios y buena adherencia terapéutica.

3- Realizar actividad física: el tiempo, tipo, frecuencia e intensidad deberá prescribirse de forma personalizada y acorde al estado de cada persona.

4- ¡Beber café! Se asocia con una reducción de la fibrosis hepática. La indicación debe evaluarse de forma individual. Los beneficios se han visto con el consumo de café puro y en todas sus variantes y formas de preparación. El mismo no debe ser torrado o tener azúcar agregada.

Para concluir, debemos destacar que, al igual que en todas las enfermedades complejas, se requiere el abordaje de un equipo multidisciplinario y mientras más tempranamente se detecte esta situación, mayores posibilidades habrá de revertirla.

Fuentes imágenes: Roche Pacientes - Sitquije - TuaSaúde

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