Universidades Públicas | 4 sep 2024
Jóvenes con gran futuro
Videojuegos sin techo de cristal
La historia de Agustina, estudiante de la UNRAF que fue seleccionada por la Organización Internacional del Trabajo para sumarse a la campaña #laburencers, jóvenes que cuentan sobre derechos laborales y el acceso al trabajo decente en un mercado laboral cambiante.
Agustina Vinciguerra tiene 23 años y ya cuenta con experiencia de trabajo en su profesión. Solo le falta la tesis para terminar la Licenciatura en Producción de Videojuegos y Entretenimiento Digital en la Universidad Nacional de Rafaela (UNRaf) de Santa Fe y se recibió de Técnica Universitaria en Desarrollo de Videojuegos y Narrativa Interactiva. Con estas herramientas, se desarrolla laboralmente y con pasión en el vasto mundo de la programación de videojuegos para Argentina y el mundo.
Agustina migró desde Santa Fe Capital a Rafaela -donde convive con compañeros de su carrera- para poder estudiar lo que hacía tiempo consumía: el código o “esqueleto” de videojuegos, como los hiperrealistas “Beyond Two Souls”, “Until Dawn” y “Horizon Zero Dawn”. Descubrió que la carrera se dicta en esa ciudad y apostó a la educación local y pública para trabajar a nivel nacional e internacional. Aunque mucho de su trabajo lo hace para países del exterior, esta laburencer quiere vivir y desarrollarse en Argentina: “Me gusta mi vida acá, tengo toda mi familia, mis amigos, mis mascotas -no voy a dejar a mis gatas-. Me encanta mi país. No tengo problema de trabajar remoto para otros lugares, pero no me mudaría afuera”, contó.
La joven artista técnica, especializada en el lenguaje de programación C Sharp, profundiza los conocimientos que le brindó su carrera universitaria y trabaja de forma autónoma a la vanguardia de las nuevas formas de empleo entre jóvenes, generando conexiones a través de plataformas en las que vende sus servicios para el sector de videojuegos y programación.
Su puerta de entrada al mundo laboral formal fue un proyecto de la UNRaf, donde formó parte de diversos proyectos en Laboratorio de Experiencia de Usuario, que ahora se llama de Entretenimiento Digital. Actualmente, presta sus servicios de manera independiente para un desarrollador de videojuegos en Chile y, paralelamente, dedica sus horas a desarrollar un proyecto de autoría personal -junto a un amigo y colega- que está a punto de ser aprobado en Estados Unidos. En Argentina, trabaja de manera registrada como monotributista para la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), donde da clases virtuales de animación 3D para la sede de Buenos Aires.
Al dialogar con sus pares sobre empleo digno, ella consideró que todavía falta conocimiento sobre los derechos laborales y trámites entre sus contemporáneos: “A nosotros nos pasó cuando tuvimos que anotarnos en el monotributo. Teníamos que hablar con la contadora para que nos diera una mano”. Como trabajadora registrada, puede acceder a derechos laborales básicos como tener aportes previsionales y una obra social. Dio sus primeros pasos en gozar de estos beneficios con ayuda de su familia. “Le tuve que preguntar a mi mamá para pedir un turno”, dijo entre risas.
Crecer en su rubro
Como en otros ámbitos de trabajo, la industria de la programación encuentra un techo de cristal para las mujeres e identidades feminizadas, que tiende a obstaculizar su desarrollo profesional mostrando una fuerte segregación por motivos de género. Agustina explicó que, en general, las mujeres se dedican a “partes más blandas” del desarrollo de videojuegos, marcando una fuerte desigualdad en el rubro: “En mi carrera somos muy pocas, contadas con una mano. Está el estigma (de que es un ámbito históricamente masculino) y creo que es por eso que no hay más personas que se animan”, y agregó: “Para nosotras es más difícil enterarnos de que tenemos realmente estas oportunidades”.
Ahora forma parte de la asociación Women in Games que representa a mujeres y disidencias en el mundo de la programación y los videojuegos. Esta laburencer consideró que todavía falta mucho por construir, pero que hay un camino al mejoramiento de la problemática que encierra la falta de oportunidades para mujeres en este sector: “Ahora hay campañas, publicidades con las que se está promocionando mucho más la inclusión de las mujeres en áreas que antes eran percibidas como para varones y está bueno, porque eso hace que lleguen un poco más”.
Agustina proyecta seguir creciendo en su carrera profesional y, aunque disfruta de trabajar en varios proyectos a la vez, contó sus expectativas a futuro: “Me encantaría ser parte de una empresa, trabajar en un proyecto fijo”. Su horizonte es crecer y para ello el trabajo decente aporta “dignidad” y seguridad en el desarrollo personal y profesional. “Te hace sentir bien de la manera en la que lo mires, te da esa independencia para decir ‘yo tengo mis propias cosas y puedo ser yo’, recalcó.