Investigadores y docentes como la Dra. en ciencias, Ana Laura Castillo (INAHE-CONICET); el Arq. Diego Kotlik (UMaza) y la Dra. en Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, Virginia Miranda Gassull (CONICET-UMaza), aportan su mirada técnica y académica para comprender los riesgos, causas e impactos sobre el avance de la construcción sobre el piedemonte
Un territorio frágil y vulnerable
El piedemonte mendocino es una amplia planicie semidesértica que se extiende al pie de la precordillera de los Andes, con pendientes pronunciadas, suelos no consolidados y ausencia de cursos de agua permanentes. Estas condiciones lo convierten en un ambiente frágil, propenso a procesos de erosión y susceptible a eventos de lluvias intensas en verano.
Pese a ello, el crecimiento urbano en el Área Metropolitana de Mendoza ha avanzado sobre estas zonas con modelos pensados para la llanura, sin contemplar su fragilidad ambiental ni su geomorfología particular. Esto se traduce en urbanizaciones de baja densidad, tramas en damero, forestación inadecuada y obras que no consideran la capacidad de absorción del terreno.
Las geoformas que se destacan en este zona son las cerrilladas pedemontanas, conformando a lo largo de un importante sistema de fallas, un conjunto de cerros y lomadas.
Desde el punto de vista climático prevalece la condición árida por la escasez de recursos hídricos puesto que no existen en el piedemonte cursos de agua permanente, sólo vertientes de escaso caudal y cauces temporarios.
Consecuencias ecológicas y sociales
La expansión urbana sin planificación ha provocado un aumento de los escurrimientos pluviales, afectando al paisaje y a la flora y fauna autóctona. El avance desordenado sobre áreas productivas o de valor ecológico ha deteriorado la calidad ambiental y modificado el paisaje.
En el plano social y económico, esta dinámica fomenta la desigualdad territorial: proliferan zonas desconectadas del tejido urbano, con déficit de infraestructura básica y loteos clandestinos que impiden el acceso legal a la vivienda. Además, la improvisación en la provisión de servicios básicos genera sobrecarga presupuestaria y compromete la gestión pública.
En términos climáticos, el modelo de urbanización en el piedemonte favorece la isla de calor urbana, con aumentos de temperatura de hasta 9°C en algunas zonas, afectando la calidad del aire y elevando la demanda energética.
Gobernanza y planificación como ejes de cambio
La intervención territorial en zonas sensibles como el piedemonte requiere una gobernanza sólida, participativa y estratégica que reconecte la normativa con la realidad del territorio, fortalezca los instrumentos de control y priorice el ordenamiento sostenible. Para ello, es indispensable avanzar en la desburocratización de los procesos, eliminando arbitrariedades institucionales, agilizando trámites y garantizando transparencia operativa, para evitar que la discrecionalidad y la falta de control fomenten el crecimiento informal y la construcción de desarrollos irregulares.
En este sentido, los especialistas, que además participan como docentes en la Diplomatura en Gestión del Territorio de la Universidad Maza, plantean cinco líneas de acción prioritarias que invitan a seguir reflexionando y debatiendo:
Llamado a la conciencia ciudadana
El desafío de habitar el piedemonte mendocino exige un compromiso colectivo. La responsabilidad no recae únicamente en las instituciones, sino también en la ciudadanía, que debe comprender la fragilidad de este territorio y demandar modelos de desarrollo urbano respetuosos con el ambiente y con la vida comunitaria.